Los mejores poemas de amor

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El amor, eterno sentimiento que acompaña a la humanidad desde siempre...en él se han inspirado millones de gentes y por él se han escrito millones de pensamientos y reflexiones.

Aquí se recopilan un puñado de poemas con el amor como hilo conductor. Lista elaborada por el usuario de 20minutos Fiebre Azul.

  • 1
    Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870)

    AMOR ETERNO - Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870)

    Podrá nublarse el sol eternamente;
    podrá secarse en un instante el mar;
    podrá romperse el eje de la Tierra
    como un débil cristal.
    ¡Todo sucederá! Podrá la muerte
    cubrirme con su fúnebre crespón;
    pero jamás en mí podrá apagarse
    la llama de tu amor.
  • 2
    Dulce María Loynaz (1902-1997)

    SI ME QUIERES, QUIÉREME ENTERA - Dulce María Loynaz (1902-1997)

    Si me quieres, quiéreme entera,
    no por zonas de luz o sombra...
    Si me quieres, quiéreme negra
    y blanca, Y gris, verde, y rubia,
    y morena...
    Quiéreme día,
    quiéreme noche...
    ¡Y madrugada en la ventana abierta!...

    Si me quieres, no me recortes:
    ¡Quiéreme toda... O no me quieras!
  • 3
    Antonio Machado (1875-1839)

    SOÑÉ QUE TÚ ME LLEVABAS - Antonio Machado (1875-1839)

    Soñé que tú me llevabas
    por una blanca vereda,
    en medio del campo verde,
    hacia el azul de las sierras,
    hacia los montes azules,
    una mañana serena.

    Sentí tu mano en la mía,
    tu mano de compañera,
    tu voz de niña en mi oído
    como una campana nueva,
    como una campana virgen
    de un alba de primavera.
    ¡Eran tu voz y tu mano,
    en sueños, tan verdaderas!...
    Vive, esperanza ¡quién sabe
    lo que se traga la tierra!
  • 4
    Rubén Darío (1867-1916)

    MÍA - Rubén Darío (1867-1916)

    Mía: así te llamas.
    ¿Qué más armonía?
    Mía: la luz del día;
    Mía: rosas, llamas.
    ¡Qué aromas derramas
    en el alma mía
    si sé que me amas,
    oh Mía!, ¡oh Mía!
    Tu sexo fundiste
    con mi sexo fuerte,
    fundiendo dos bronces.
    Yo, triste; tú triste...
    ¿No has de ser, entonces,
    Mía hasta la muerte?
  • 5
    Francisco de Quevedo (1580-1645)

    AMOR CONSTANTE MÁS ALLÁ DE LA MUERTE - Francisco de Quevedo (1580-1645)

    Cerrar podrá mis ojos la postrera
    sombra que me llevare el blanco día,
    y podrá desatar esta alma mía
    hora a su afán ansioso lisonjera;

    mas no, de esotra parte, en la ribera,
    dejará la memoria, en donde ardía:
    nadar sabe mi llama la agua fría,
    y perder el respeto a ley severa.

    Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
    venas que humor a tanto fuego han dado,
    médulas que han gloriosamente ardido:

    su cuerpo dejará no su cuidado;
    serán ceniza, mas tendrá sentido;
    polvo serán, mas polvo enamorado.
  • 6
    Manuel Ugarte (1878-1951)

    EL BESO - Manuel Ugarte (1878-1951)

    A veces nuestros labios, como locas
    mariposas de amor, se perseguían;
    los tuyos de los míos siempre huían,
    y siempre se juntaban nuestras bocas.

    Los míos murmuraban: -¡Me provocas!
    Los tuyos: -¡Me amedrentas!, respondían;
    y aunque siempre a la fuga se atenían,
    las veces que fugaron fueron pocas.

    Recuerdo que, una tarde, la querella
    en el jardín, llevando hasta el exceso,
    quisiste huir, mas, por mi buena estrella,

    en una rosa el faldellín fue preso,
    y que, después, besé, la rosa aquella,
    por haberme ayudado a darte un beso.
  • 7
    Gerardo Diego (1896-1987)

    SUCESIVA - Gerardo Diego (1896-1987)

    Déjame acariciarte lentamente
    déjame lentamente comprobarte,
    ver que eres de verdad, un continuarte
    de ti misma a ti misma extensamente.

    Onda tras onda irradian de tu frente
    y mansamente, apenas sin rizarte,
    rompen sus diez espumas al besarte
    de tus pies en la playa adolescente.

    Así te quiero, fluida y sucesiva,
    manantial de tú de ti, agua furtiva,
    música para el tacto perezosa.

    Así te quiero, en límites pequeños,
    aquí y allá, fragmentos, lirio, rosa,
    y tu unidad después, luz de mis sueños.
  • 8
    Enrique González Martínez (1871-1952)

    VIENES A MÍ - Enrique González Martínez (1871-1952)

    Vienes a mí, te acercas y te anuncias
    con tan leve rumor, que mi reposo
    no turbas, y es un canto milagroso
    cada una de las frases que pronuncias.

    Vienes a mí, no tiemblas, no vacilas,
    y hay al mirarnos atracción tan fuerte,
    que lo olvidamos todo, vida y muerte,
    suspensos en la luz de tus pupilas.

    Y en mi vida penetras y te siento
    tan cerca de mi propio pensamiento
    y hay en la posesión tan honda calma,

    que interrogo al misterio en que me abismo
    si somos dos reflejos de un ser mismo,
    la doble encarnación de una sola alma.
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